Sociedad Cultural Casino de Torrevieja

BREVE HISTORIA DEL CASINO DE TORREVIEJA

En su principio los casinos en general, eran salas públicas de música y baile. Con esta forma aparecieron en Inglaterra en el siglo XVIII, ampliando su dedicación a mediados siglo XIX, pasando a ser una parte club y la otra lugares de diversión con juegos de azar.

Uno de los primeros y más populares estuvo en Bélgica, en Lié, en un sitio que llamó Redoute, adicionando juegos en su programa en 1763. Naturalmente estos sitios estuvieron también en otros lugares pero podemos considerar Redoute como el primer casino.

Estos lugares se pusieron de moda en muchos lugares de veraneo en toda la Europa. Tal es el caso del Casino de San Sebastián, inaugurado de 1887, hoy sede del Ayuntamiento de aquella ciudad.

La palabra “casino” tiene su origen en la lengua italiana, en la palabra “cazino”, donde significaba casa en el campo. Parece que originariamente existían ciertas villas en el campo que se utilizaban como lugar de esparcimiento para la nobleza y la clase media alta. El casino más conocido desde hace mucho tiempo se inauguró en Montecarlo en 1861.

Al pasar este tipo de locales al interior de las ciudades y pueblos o a sus alrededores mantuvieron su nombre originario de casinos, que se continuó utilizando en casi todas las lenguas occidentales.

Hay que tener en cuenta también que la mayoría de juegos de los casinos eran y son de “recompensa inmediata”, lo cual influyó en algunas personas para caer en una adicción, -la ludopatía-, llevando a crear una mala imagen así como su asociación con lo ilícito y a veces con lo depravado.

Entre los casinos de nuestra zona geográfica fundados a lo largo del siglo XIX podemos enumerar al Casino de Alicante (1839), Murcia (1847), Cartagena (1861), Alcoy (1868), Almoradí (1882), Orihuela (1887), Novelda (1888), y un largo etcétera.

Lo que hoy día es llamada “Sociedad Cultural Casino de Torrevieja”, fue fundada el 1 de enero de 1867 bajo el nombre de “Casino de Torrevieja” tomando, pocos meses más tarde el nombre de “Casino la Numancia”. El local social de la entidad se encontraba situado en el Paseo de Vista Alegre, frente al mar, en el mismo lugar donde ha permanecido hasta nuestros días.

El primer reglamento fue redactado en esa fecha por la Junta directiva, en la que el cargo de vicepresidente lo ocupaba el notario de Torrevieja, Simeón Juan Puigcerver, siendo aprobado por el gobernador de la provincia el 29 de enero. Tenía como objeto esta sociedad estrechar las relaciones sociales, proporcionar a los socios solaz y agradable entretenimiento; generalizar entre todos la mayor ilustración, moralidad, hábitos y formas de una buena educación; y, cuando el estado de sus fondos lo permitían, ejercen actos de beneficencia domiciliaria.

El 27 de diciembre de 1876, fue reformado su reglamento, teniendo como presidente a Francisco Cid Rodríguez, a la vez que se nombra nueva directiva en 1879, que tomando el nombre de Casino “La Juventud”.

Y así llegamos al 12 de febrero de 1882, en que nuevamente los estatutos son revisados, constituyéndose una comisión redactora formada por Rafael Sala Satorres, comerciante, y Luis Cánovas Martínez, abogado del Estado, escritor y músico, que, como veremos más adelante, por su labor en pro de este centro se hizo merecedor del nombramiento de “Presidente de Honor del Casino”. Ocupaba la presidencia en aquel año Jacinto Soler; vicepresidente Federico Bru; tesorero Enrique Martínez; y secretario Carlos Antonio Talavera, que años más tarde, en 1884, estableció en Torrevieja la Junta Local de de Salvamento de Náufragos.

El 11 de mayo de 1884, en presencia de un gentío impresionante, llegaba por vez primera el ferrocarril a Torrevieja, con una comitiva de personas importantes entre las que se encontraba el presidente del Gobierno, Cánovas del Castillo. A su llegada a la estación, la multitud agitó sus pañuelos vitoreando a las autoridades. El Casino Numancia levantó un templete especial bellamente adornado cerca de la vía, con un parterre donde se colocaron mesas con olorosas flores y champagne, licores y dulces para obsequiar a los expedicionarios. Torrevieja se portó como un pueblo culto, a pesar de la crisis que atravesaba: los buques varados y los obreros sin trabajo.

En la sala para el descanso el presidente del Gobierno recibió a una comisión de señoras que aguardaban para dar lectura a un discurso pidiendo una subvención para los trabajos de la reedificación del templo de la villa destruido años atrás. El señor Cánovas, en nombre del Gobierno, ofreció 5.000 duros que las damas agradecieron sentidamente en nombre de la ciudad.

El sobre nombre de “Numancia”, con que se le conoce en todos estos años, le fue puesto en honor a la fragata acorazada construida entre los años 1862 y 63, que estando al mando del capitán de navío Casto Méndez Núñez, fue destinada a la escuadra del Pacífico, donde prestó servicios en Perú, Chile y Filipinas. La importancia de este barco y el origen por el que se bautizo con su nombre a la neófita sociedad se debió a que fue el primer buque acorazado que hizo la hazaña de dar la vuelta al mundo. El viaje duró dos años, siete meses y seis días. El 20 de enero de 1868 se creó la medalla del viaje de circunnavegación, cuya leyenda dice: “ Numancia,  4 de febrero de 1865, 20 de septiembre de 1867”.

El día de su fundación, en 1867, se componía en Casino “Numancia” de setenta socios cuya cuota mensual era de un escudo doscientas milésimas, aumentado a 90 socios al año siguiente, pagando al mes la misma cuota.

Durante los dos primeros años de vida del Casino, no tuvo biblioteca, ni tan siquiera libros impresos, ni revistas, aunque sí suscripción a los periódicos ‘El Español´ y ‘El Imparcial´.

El edifico del Casino “Numancia” se componía de dos pisos. En el bajo disponía de una gran entrada, sala y habitación, y almacén con puerta a la calle, dos dormitorios, cocina-despensa, y patio con alcoba y paso. En el piso segundo había un gran salón, sala, dos dormitorios, otra sala, dos alcobas, comedor, tres dormitorios, cuarto escusado –o sea retrete-, dos pasadizos galería y escalera. Todo ocupaba, 14,70 metros setecientos de latitud, y 25,80 metros de longitud, que hacían una superficie, según la escritura notarial, de 379,27 metros cuadrados. Lindaba a mediodía con el paseo de Vista Alegre, número 25, donde tenía la puerta principal y la del almacén. Por Levante y Poniente lindaba con casas de los herederos de Josefa García; y por el Norte lindaba con la de los herederos de Concepción Caro.

Se vuelve a tener noticias del Casino “Numancia” el 2 agosto de 1887, anunciándose en la prensa que colgaban cobertores negros en sus balcones y en los de la mayoría de los edificios de Torrevieja. La sociedad cultural se sumó a la manifestación de todo el pueblo en protesta por el traslado de la sal a Alicante, por medio del ferrocarril, para su embarque por aquel puerto, lo que podía suponer una gran ruina para la mayoría de la población; si se acometía esta medida se verían afectados marineros, barqueros, carreteros, a la vez que todo el comercio y los diferentes artesanos que tenían sus ingresos gracias a la exportación por esta bahía de nuestro blanco producto. A este lúgubre suceso se debió la creación de “Torrevieja, ayer, hoy y mañana”, obra del torrevejense Luis Cánovas Martínez, estrenada ese mismo mes en el teatro de nuestra villa en protesta por aquella decisión.

Historia

En los primeros días del siguiente año,1888, fue elegida una nueva directiva en el Casino de Torrevieja, aprobada por unanimidad, resultando elegido Presidente Honorario, Luis Cánovas, abogado del Estado, escritor, poeta y músico; y presidente efectivo, Ceferino Talavera, consignatario y cónsul de Estados Unidos en Torrevieja; vice-presidente fue nombrado el fotógrafo Alberto Darblade Laguillade, cargo que a los dos meses pasó a ocupar Pascual Capellín; tesorero, Rafael Sala Satorres; y secretario, Emilio Aguirre. Esta directiva redactó un nuevo reglamento que fue aprobado en la junta general extraordinaria celebrada el día once de marzo.

El edificio, que ya ocupaba desde 1867, fue comprado por la Sociedad Casino de Torrevieja, libre de todo gravamen, el 31 de de mayo de 1888, por el precio de 26.250 pesetas, pagándose a los que hasta entonces habían sido sus propietarios: Concepción y Ramón Torres; Antonio Gallud; Ángela García; José Castell, que fue alcalde de la villa; Vicente Castell, su hermano, jefe del partido liberal; los hermanos Antonio, Manuel y Rafael Sala Satorres, comerciantes y armadores; Ceferino Talavera; José Torres; y Antonia Martínez. Actuaron como representantes del Casino en la firma ante el notario Juan Puigcerver Campillo: los entonces vocales de la Junta Directiva Luis Ibáñez Galiana y Vicente Blanco Mateo.

En ese verano de 1888, aparece publicado en la prensa en lugar destacado, los ricos helados de ‘La Numancia´ y otras viandas, pasando desde la exquisita langosta hasta la nutritiva ternera que allí se vendían y que tuvieron fama entre los veraneantes de Murcia y Orihuela que por aquí venían a disfrutar de los baños de mar.

El día 6 de enero del año siguiente, 1889, se volvió a celebrar la Junta General del Casino de Torrevieja para la elección de cargos y aprobación de las cuentas del semestre último y se procedió a la votación secreta con arreglo al art. 32 del reglamento, resultando electos por lista de votos los Socios Propietarios que tenían el derecho de elegir y ser elegidos, tomado parte en la votación 67 individuos de los cuales, fueron elegidos de forma muy reñida: presidente, Francisco Ballester Alberola; tesorero, Nicolás Blanco; y secretario, Manuel Vallejos.

Ese mismo año, el 26 de agosto de 1889 la sociedad Casino de Torrevieja, titulado “Numancia”, compra a las hermanas Concepción y Pilar Blanco Calero, las casas laterales, dos estancias iguales de 6,11 metros de ancho y 5,62 metros de profundidad.

El Casino se fue convirtiendo en el lugar encuentro de la burguesía local, la mayoría de los ricos armadores de buques y comerciantes que constituían esa sociedad elegante, que celebraba bailes con el sello de distinción y con el buen tono que sus socios demandaban. Pero, en la década de los noventa, los socios se lamentaban de no contar con un establecimiento adecuado y demandaron unas instalaciones dignas de la importancia que tenía Torrevieja.

A finales de 1895 el edificio no reunía las condiciones de capacidad necesarias para objeto al que se destinaba. Ofrecía poca seguridad y se encontraba la obra en muy mal estado, por lo que la Junta directiva pensó que lo mejor sería proceder a su demolición y construir en el mismo solar un nuevo edificio. Se encargó un proyecto de la obra a los arquitectos José Guardiola Picó y Tomás Aznar, que en esos momentos de ocupaban de la terminación de los trabajos del nuevo templo de la Inmaculada Concepción, cuyos primeros planos fueron trazados por arquitecto José Ramón Mas Font en 1864.

José Guardiola Picó fue uno de los arquitectos de mayor nombradía en lo que se refiere a eclecticismos y de transformaciones en la arquitectura alicantina.

A los pocos días, el 16 de febrero de ese mismo año, fueron citados nuevamente todos los socios, en junta general extraordinaria presidida por Francisco Bianqui, aprobándose por unanimidad el derribo inmediato del edificio, por no reunir las condiciones necesarias para fin a que se destinaba, por la poca seguridad que ofrecía y como por el mal estado en que se encontraba la obra. La junta directiva solicitó todas las facultades y poderes para que pudieran arbitrar fondos, contratar empréstitos con hipoteca especial voluntaria sobre el mismo edificio, estipulando los intereses convenientes, que se tendrían que satisfacerse por trimestres o semestres vencidos, con la circunstancia de que una persona o entidad jurídica le facilitara los fondos necesarios. En el caso de que el Casino faltase al pago, se podría proceder contra la finca, con arreglo a las leyes. O sea que si no se pagaba, sería embargado el edifico y el solar.

El edifico se levanto en un escasísimo periodo de tiempo, porque en la noche del 10 de agosto de 1896 se procedió con gran pompa y solemnidad a la inauguración del Casino. El edificio, con planta baja y un piso, fue considerado como de los mejores de su clase. De estilo modernista se alzaba majestuoso sobre el mar situado a escasos metros de su fachada. En la parte alta, ostentaba ricos y preciosos adornos y un elegante decorado, un espacioso salón de tresillo y a la izquierda la sala de lectura con una bien surtida biblioteca en cuyos estantes se encerraban selectas obras de antiguos y modernos autores. En la parte media del edificio una ancha claraboya establecía una corriente de aire continua en todos los departamentos que hacían agradable la estancia aún en las más calurosas horas del día; y disponía de dos valiosísimos, pianos uno de media cola y otro vertical, así como una costosísima y hermosa mesa de billar trabajada con madera de palo santo y caoba, que completaba su rico mobiliario, ostentando además una escalinata de mármol para ascender al piso superior.

Cuando se construyó el Casino de Torrevieja, la villa no tenía más de 8.000 habitantes, entre los que destacaba una influyente y pujante clase comercial de armadores de buques de vela, consignatarios y comerciantes. En el último tercio del siglo XIX, en las provincias de Alicante y Murcia crecieron, -al calor de esa burguesía necesitada de lugares de ocio-, hoteles, teatros y casinos, que aglutinaron a un número muy preparado de pintores, ebanistas, doradores, escayolístas, broncistas y tapiceros. Con ese fermento, el interior del Casino de Torrevieja estaba destinado a convertirse en un importante exponente del modernismo decorativo.

Las obras de decoración y mejora se sucedieron, no sin un gran sacrificio por parte de los socios. En aquellos años, España era un país pobre, y la burguesía de Torrevieja no era la de París, ni la de Barcelona, aunque nos pudimos poner a la par de otras muchas ciudades de nuestro entorno como Orihuela, Alcoy, Novelda, Alicante, Murcia, etcétera, que también levantaron espléndidos edificios para albergar a estas sociedades.

Se decoraron y amueblaron los salones destinados al billar, a los bailes, a la tertulia y, por supuesto, a los naipes y otros juegos de azar, -actividad que proporcionaba gran parte de los ingresos de nuestra entidad-. En los paneles del salón principal el excelente pintor murciano Inocencio Medina Vera representó, con el arte de sus pinceles, plasmó las cuatro estaciones del año, pintando sobre lienzo que posteriormente fue pegado sobre las paredes, trabajo que hizo al mismo tiempo que iba y venía de Murcia para dar los últimos toques a la decoración del teatro Romea, donde realizó la ornamentación del techo -que se conserva casi como a principios de siglo, con la misma técnica que en nuestro Casino. La obra representa la coronación de Julián Romea por musas del Parnaso, así como la ofrenda de un escudo de la ciudad de Murcia al actor y poeta y algunas costumbristas. Las pinturas de nuestro Casino y las del ‘Teatro Romea’ de Murcia, fueron inauguradas a principios de 1901. El también artista murciano Enrique Álvarez Salas acometió las tallas florales que todavía decoran los paneles de la sala de juegos, en el piso superior.

Gracias a estas mejoras artísticas aparecieron en la presa comentarios como el que paso a leer: “Días pasados tuvimos que visitar este pintoresco pueblo de Torrevieja y quedamos admirados de ver el exquisito gusto con que los socios del Casino han decorado el espacioso salón de entrada, que sirve de café, y el monísimo saloncillo que formaba antes un pequeño patio contiguo a este. Bien saben aquellos señores emplear el producto de los arbitrios con que cuenta la sociedad, ofreciendo a los que en verano visitan aquellas hermosas playas un hermoso local para expansionarse, un centro de recreo propio de la mejor de nuestras capitales”.

Está claro que la historia de Torrevieja, desde finales del siglo XIX, todo el XX y lo que llevamos andado del siglo XXI, no se puede entender sin su Casino. Las paredes del casino han servido para albergar durante años todo tipo de actividades festivas y sociales, como conciertos, bailes, etcétera.

Hemos hecho hoy un pequeño recorrido a través de sus inicios. Pensemos que sólo hemos dado unas pinceladas de sus aproximadamente primeros cuarenta años.

Fuente: D. Francisco Sala Aniorte. Cronísta Oficial de Torrevieja